martes, 22 de abril de 2014

Antología poética de César David Rincón



EL INMORTAL


“¡Oh vida de nuestra primavera!
¿Por qué se marchita el loto de las aguas?
¿Por qué se agostan los niños de la primavera
nacidos solamente para sonreír y desfallecer?
Oh doncella, te digo que, cuando desaparezco,
Es para conocer una vida centuplicada de amor,
Paz y santo éxtasis”
William Blake.
El inmortal vuelve limpio de memoria.

Planeta de extensa latitud.

Trae números de órbitas sin dueño.

Busca noble quietud en las terrazas de Dios.

Con su arco de flores y su fuego
abre las puertas donde duerme el amor.

Lámpara en cuyo fondo está el mundo,
y jinetes enlutados sin despertar el tiempo.

Saldremos en silencio para viajar

Anda y vuelve y amuebla las mansiones

Registra tu memoria y encontrarás la plenitud.

Prende a tu amada bajo la brasa de tu boca y recuerda:
quien se arriesga en amor, naufraga,
y todo los transparente nos seduce.

Trata de ser feliz
y vive un día más la vida de los elegidos,
encontrarás la muerte de paso por tu cuerpo
y un pájaro ciego detenido en el vuelo.

La primavera devuelve las rosas

Algo puro siempre regresa.

Bebamos estas copas que nos enloquecen,
Aspiremos este licor y ese campo abierto,
Buscando a alguien que no existe.


Y GUARDO EN LAS NOCHES LAS LÁMPARAS DE SIEMPRE...
Nada disminuye al tiempo ni a las horas deshechas.

La destrucción que inútilmente cubre el viento,
nada sabe de la hierba entre ruinas.

Mudez de piedra rodeada de lo desmedido.

La noche es polvo y da su fruto amargo.

Feroz molino recorre todo lo existente.

Las almas dispersas se reúnen,
hasta las más próximas se alejan,
descubren el insondable río donde regresa la vida.

La pesadumbre es mundo donde respira la llama.

Mira cómo la muerte crece con facilidad de relámpago,
su esplendor de un instante no derrota la sombra...

El vaho de lo oscuro con su bronca blasfemia
baja sin piedad la ceniza del cielo.

No hay hocicos entre las piedras buscando la sed inexistente,
ni camisa de náufrago jugando entre dientes de peces.

Lo que existe es tierra agradecida de pájaros y labios,
marea sin guerreros tendidos en la arena,
muchacha con la imagen rota en sus pupilas.

Todavía duerme el colibrí en el ojo de un ciego.
y sale musgo de esos río donde muere el silencio.

Lo mismo que Adán, sucio de humana condición,
despeñé desde el cuello mi asombro súbdito de sueños.
Colgué de tus labios miel enloquecida.
Derramé luz debajo de tu pelo.
Bañé tus medias con carbón de pestañas.
Dibujé en el corpiño tu pecho de abeja sostenida,
tu manzana redonda como circo de amor.

Te amo ahí contra el sol y los recuerdos.
Torres y vientos.
Semejanza de luna, ceremonias secreta.

Te amo antes del Reino irascible y furtivo.
Todo en ti pierde su instante y resume tu cuerpo.
Sandalia perfumada desatándose a pedazos.
Fruto de túnica y sonido.
Estás dentro, mi cruel hechicera.
Sueño curvado al peso del rocío.
Subiendo más rápida que el pensamiento.
Todo aquello que tu cuerpo aleja
es canto para esa rama dorada.

Miro la seda de Damasco en los pechos de Berenice.
Por dentro estoy soñando.
Y guardo en la noche las lámparas de siempre.


PÁJARO DE LA CERCANÍA

Duermen y despiertan los sueños en el agua,
solamente somos el recuerdo de la lluvia.
Dorada por el fuego y el vino,
un día te miré, pájaro de la cercanía,
espléndida como selva sumergida en el oro,
ventana que sólo vive del amor.

Parecida a la plata
semejante a plumas
así tus vestiduras
tu imagen memoria del espejo.

Sombra del agua sobre el mundo,
sabes correr descalza sobre la arena transparente
bajo el oso de la luna en un pequeño circo de amor.

Siento respirar olvido detrás de tus ojos,
pero hay mares que te ocultan.

Yo sé que tus labios desvanecen las rosas.

Tu desnudez pensativa en un golpe de cielo.

Profunda es la tierra por donde rondan mis ansias,
cada silencio tuyo es cielo por encima de la altura,
corola fluyendo hacia la muerte.
Música de lenta nube, claridad tan suave.
Cometa que detiene la noche,
tierra mojada de pájaros.


COLUMPIO DE LA NOCHE

De repente el sueño es un bosque
y levanta un viento de canela.

Flor blanca que sólo viniste a dormir,
corola que sólo sabe de amor,
déjame llenarte de campanas
y así tu canto quedará en el aire
tejiendo aromas de color de fuego.

Si alguien todo lo quema yo te amo.

Por no conocer a solas los abismos,
has cruzado esos mares sin jamás;
esos trenes con algo de lámparas en la noche
y esas horas perdidas en la luna del alma.

Pues vienes a dormir silenciosa,
sobre hierba de agua con temblor.
No sé de qué pétalos está hecha tu claridad
Y si estás allí en mi sangre
Como una permanencia edificada para amar.

No apartes tus caderas en forma de escudo.
No dejes que me pierda
Hazme bebida para caer en tus tazas.

Llévame en tus sandalias.
Acerca tus cabellos partidos en dos.
Tu cabellera de lino fino.

Vuélveme bebedor de la noche o explorador de la seda
Reina de las hadas,
columpio de a noche.

Diosa del trono de oro:
¡No me des paraíso!

(De Columpio de la Noche - 1974)


MÁSCARAS

I
Por la casa a solas el vuelo más hondo
Al otro lado respira un patio inexistente
Sin alma el viento consume piedras
En lluvia se divide
Y hace oscura gárgola del agua
Terrible cruza sin candiles
El hondo jinete ensombrecido
Truena la noche amolando cuchillos del Perú.

II
Máscaras amargas, vosotras que me amabais,
de amor mirando tan de lleno el oro
tengan al final la nada de sí mismas
y abandonadas al actor sin suerte
queden así frente a la escena
hasta seguir mirando tan de lleno el oro.

III
Es posible caminante el cántaro vacío
Aljibe hechizado en tierra seca.
Pero antes, cómo pasa la lluvia
con ventaja de otras relaciones:
Las horas del cielo en nuestra sangre
El soplo del futuro ante nosotros
La prisa de una rosa
Y nuestro andar a solas de improviso.


ENIGMA

A Hesnor Rivera

Desde luego jamás
danzarían sobre siempre ante los ojos
como monedas de fuego atesoradas
junto a espejos que se cubren
de manera diferente cada vez
cuando es vano inventar música y salterio.

Se sostendría inexpresable esa pareja
en la playa donde acaso alguna vez amaron
hasta volver silencio la figura,
no siempre ingrávido su cuerpo es otro cuerpo
ni temblorosa sustancia devuelve
el audaz movimiento en despedida.
Suelta esbeltez de un arco hace el enigma.


CÁNTICO DE LABIOS
...amar es tránsito
y descenso...


¿No sabes amor, que nuestros corceles, abrevan?
Manda tus cerezos al fondo donde embriaguen
Y abre las puertas
Sin temor al viejo invierno.

Trae vinos y doncellas para viajar
hacia un lugar de flores
donde el calor sacuda al cuerpo
como si el aire fuera hembra.

Todo consiste en llegar dando brillo a las hojas
enceguecidas por las piedras con que juega el sol
sintiendo crecer la música como árbol de aromas.

En esa danza sin edad ni fondo
no hay término frenético de abismos.
Todo se hunde en ese pelo a oscuras
donde rasgas la boca para buscar licor.

Mezcle aliento la voz.

Anégate a ese cuerpo
y purifícate.

Anda y observa ahora
cómo desaparece y vuelve
embrujada sobre los patios.

Los tigres beben esos ojos
y van por llamas incendiando casas
persiguen al viento como a río crecido.

¿No sabes, amor, que nuestros corceles abrevan?


FÁBULA
A Laurencio Sánchez Palomares

Casamontes celador de conejos
Trampa de astros
Buscas trenes y sales gris de luna
Maneras tuyas silvestre príncipe
Bosque donde crece la fábula
Cundiamores en medio de tu flora
Nubes muy blancas desvelan al aire
y tus lámparas mueren en algún lugar.

Invocas pan a toso los mendigos
Jícaras de barro para encantar las flores
Vuelves a tus montañas de peña azul
A tu casa de Escuque donde animales mansos
Beben agua en tinajas oscuras.

Julio Helvecio cuenta largas historias
Árboles fríos desde la copa de un Dios
Su silencio como de flor bermeja
Y canto de pájaros al volar
En puertas rosas y verano
Un postigo de mármol bajo lluvia.

Y a sombrearse las colinas
Hasta incendiarnos de agua.

El de habla florida trajo pétalos
Vuelve la vista y tanto más lejos
Quebranta nuestro olvido
El desvelado corre persiguiendo la luna
La mansedumbre hecha de raíces jóvenes
Julio Helvecio habla del que se fue a las estrellas
Y el abuelo regresa de los altos jardines
Derribando esa hora cuando las ánimas
Convocan a la muerte
Allí donde caíste, miel del mundo,
Sin abejas ni flores...
partías hacia todos los relámpagos.


CUERPO

Templo cuerpo espíritu del aire
Transparentes esencias tiempo de gracia
Belleza inicial reflejo sin ganas
Transición de pájaros adonde llegan rumores
Primero el sueño cae a la vista
Viaje inmóvil del canto
Parábola admirable rebosando niñez.
Afán de un Dios cuyas ondas emergen
Increados de morir mientras sople la vida.

Salvo una flor de envejecer
Un poco de miel
Ondulada y fresca por tus barbas
Acompasa tu voz desde la huerta
Viajero mortal como azucenas
Sabor fantástico del viaje
Ciudadela secreta
Y el mar fugaz en su misterio
Eternidad del musgo hacia las algas
Mudas alondras silencios de esos fondos
Alabastros de un delirio
Nombres añosos
Solitario león de Babilonia
Quebranto submarino cuando todos inician el regreso.

La piedra el fuego el mar la nube
Queda el acre como rubio pastor
Ahogando en sol su sílaba sangrienta.

(De El Viento sólo vino a Viajar - 1982)


INESPERADA PRESENCIA
Doble vida de objetos coloreados
Para que maneje sus distancias

Resurgencias de seres en intercambio secreto
Sentido de la imagen
Color en el espacio

Laberinto de formas
Cuando alcanzan fluideces

Afinando victoria
Como caballos blancos verdeazules
Una mañana quieta
Frente a frente cielo y tierra.


VOLCADA SANGRE
de su tiempo
Conduce miradas
Hacia cielos de equilibrio
Sigila umbrales y despereza
Recobra luz
De tanta duración ahonda los rápidos hilos
Con límite y cuerpo del enigma
Oquedal de nacer y morir
En nuestro aliento imposible
Y hacia límites más vastos desbordamos.


CÓSMICO SEGMENTO
convencional medida
Tiempo estructural del universo
Flujo físico sin principio ni fin
Acaecer individual
Brevísima experiencia
Casero temporal calles y colmados
Irremediable finitud
Calendario de una sola certeza
Las Moiras tejen nuestra suerte mortal
Y el destino no es un mito antiguo

Todo comienzo anterior a las tinieblas
Vuelve oculto en orfandad
Mutismo entre el hombre y su órbita oscilante.

(De Utensilios del Anhelo - 1982)


Hendida por el aire la pared sopla salitre
ruinosa yergue su opaco bostezo
a donde a ratos medran la muerte y la ceniza
Late un lento vivir de piedras y pozo
las horas desmoronan su destino
al peso del vacío que vislumbra

Todo demora: el hombre y su gemido
hacia la nada inexorable van
reflejo de hiel desde este grito
mudas fronteras en fuga
alegran la sombra del paraíso en agonía
donde a su vera duerme la hermosura
y el infinito desangra y jadea soledades.


FIDELIDAD
Cada día los ojos de los ángeles
Abren agujeros al cielo
Fieles a una carne nostálgica
Aún en horas alumbradas por la muerte.


Y YA NO ESTÁLA NOSTALGIA
Los cantos hacen vacilar nostalgias
Se desploman sobre la ciudad
En hoteles donde se juega el mundo
De todas partes acuden abiertos al canto

Hay nostalgias que suenan para volver a caer
Luego siguen en las islas afortunadas

Hay manglares irascibles aullando
Y se abanican las jóvenes como serpientes lujosas

Oímos crecer la hierba sin hacer ruido
Vemos elevarse y volver a elevarse el balancín formidable
Luego el canto vuelve hacia sus largas defensas
Se música se libra en las malezas
Todo el mundo está en el puente por todos lados
Descubre a la vez cien direcciones en la canción venturosa
Un taladro se perfila en movimientos lentos sobre la playa
El sol perfora ese islote de pájaros
Totalmente ocupados en atrapar los peces
¡Alcatraces del trópico y el deslumbrante sol!
Historias de brujos frente al fogón
abandonado por una pala de grúa
El gasómetro destila dragas con tortugas
el petróleo cambia una colonia de iguanas
Nadie sabe explicar las exclusas perforadas
Ni diamantes al mismo paso en el fondo del lago
A toda velocidad hacen tiempo fiscal
Y alrededor del ojo tienen miedo los buzos
Ya no está la nostalgia
sólo vegetación en un campo salvaje
y el aceite por un mar todavía inconcluso

En la rada se izan banderas
La amarilla para llamar al oro
La azul para solicitar el cielo
La roja para cantar la aduana
El sol golpea sobre los ferrys que van y vienen
Y ya no está la nostalgia
ni en los malecones esa extraña piragua.


POR QUÉ CUELGAS EN MEDIO DEL GEMIDO
Por qué cuelgas en medio del gemido
Y del canto roto sin espejos
Y del dolor salobre bebemos
Y bestias comidas por el trueno
Arrancan
La vida mezclada con la noche
El alma hecha llamas
Por grandes ritos conducida
¿Quién abre las puertas sagradas?
¿Y qué vértigo comienza bajo la madrugada?
¿Qué tigres con ira devoran memoria?
¿Por qué ocultan saetas deseos despiertos?
¿Por cuál lengua respira el terror?
Sólo aquel que subió con los muertos
No volverá a perder su elogio infinito:
«La amapola que ellos posee
El más leve de los sonidos
Y hasta la última sílaba del tiempo cumplido»
¡Cascada ardiente sobre tierra sin edad!
¡Jardín de espejos sin conocer el sueño!

(De Azar Inconstante - 1991)


ESTAMOS EN LA PUNTA DEL TIEMPO

Estamos en la punta del tiempo que comienza, recomienza y vuelve
a comenzar en la tirada de unos naipes misteriosos.
Todo puede sacudir levemente al verdugo o al payaso.
En el palacio se adivinan infinitas posibilidades.
Los juguetes chinos se truecan en dragón, en estrella o en una simple flor.
Un atleta toma el disco de la luna y se redondea un jardín.
El colibrí regresa de largas navegaciones y pone un punto final: sobre
el agua dulcísimo chispea como un diamante.

La pasión del pensamiento es invisible, semeja lo inmutable.
Todo lo visible cambia y nada permanece!

Noble y pura, envuelta en pliegues de perfiles finísimos, sube y
asciende, la dulce pintura de un pueblo de faraones invisible.
Fantasmas transparentes; libre de honores y de gloria, son nuevos
en su paz y en sus campos.
Maestros de ofrendas, ya estáis en la Ruta a los dos ojos del Cielo!


DEJADME PIEL DESVANECIDA

No hay sitio para la realidad que consume;
no más sol, ni viento, ni verano!
Sólo la noche y los ojos atisban esa ausencia
¿En qué lugar bulle la ilusión de estar en el mundo?
¿Hacia cuál delicia oculta se abren los besos?
¿Dime? ¿Viene la gran noche salada para abrazar nuestros cuerpos?

Sólo podemos adivinar lo que no era la vida.
Simulacros de ceremonias donde jamás estuvimos.
La memoria ciñéndonos su pelambre en exilio.
El abierto futuro escindiendo la trama.
Ni lagos, ni lunas, apenas nieblas afuera…

La desnudez con increíble ternura
Endiosa aquel sexo
Y respira los últimos latidos que bebe su piel.


EBRIEDAD DEL AMOR

Descubro pájaros volando por tus sueños
Tu corazón de lámparas
Derrama la noche hacia tus hombros
¿Soñarte así increíble
es acaso modelarte más intacta?
¿Dónde estás dando sombra a otra sombra?
Tu alma tiembla en el agua
Y canto sobre una estrella nueva
El más bello canto de amor.

Tu mirada vuelta hacia la playa
Crece con olas de silencio
Y se nubla
Buscando flores sin ganas.
Qué alegría vivir
Con los ojos muy lejos y tus labios
Abriéndose al deseo.

Tan desprendidamente ebrio
Por esas manos que no alcanzo
“En el puro estar sin sucesión”.


AL OTRO LADO DEL MUNDO

En el pasado las noches gravitan
Sobre tu corazón.
Ayer, mañana, son apenas tan lejanos
Que tocan claramente el origen.
París, y es primavera con tus besos,
Los trenes entre brumas,
El taxi y el hotel donde conocí tu cuerpo largamente,
Todavía danza el semáforo bajo la lluvia
Nos despedimos con una sed de encuentros que nos une.
No te olvides de esta piel para seguir naciendo, dijiste.
Vamos juntos en los meses que vuelven, dije.
Pero duermes al otro lado del mundo
Sin más fragancia que tus piernas largas y veloces.
Te siento latir en los abismos
Como si estuvieras allí con tu llama,
Con tus pequeños pechos y tu pelo oloroso.
Cierta música fluye ojival
Desde tu sexo sin freno,
Oscuridad centelleante más allá de tu vientre.
En horas de vino y remembranzas
Ya no parece cálido ese fuego
Y quizá ni ocupe instante alguno de tu vida
O quisieras ocultar por razones de pudor
Peripecias inconfesables, en parís, bajo el reloj del andén
Pon el oído como caracol de tierra
Al otro lado del mundo
Oye cómo el viento quema las campanas
Siente cómo recobra el náufrago su memoria
Y verás que no hay espacio para el olvido.


(De La Luna de las Demoliciones - 1993)

viernes, 11 de abril de 2014

Dos poemas de Hesnor Rivera traducidos al francés por Alberto Quero

TODO SE LLAMARÁ COMO TÚ TE LLAMAS
De no encontrarte
como te hallé hace tiempo
me moriré
mirando hacia el pasado
desandando los caminos
que recorrimos juntos para llegar
al día de las desapariciones horribles.

De no encontrarte
nuevamente
me verán
hundido en el lago
de la demencia más pura
-la de que no podré nombrar
las cosas sino por tu nombre.
Y las rosas y el rocío
que cae sobre la brasa de los insomnios
sólo se llamarán como te llamas
-y el gato de las ilusiones perdidas
y el viento de las esperanzas
que vuelan
sólo se llamarán como te llamas.

Sólo se llamarán como te llamas
las calles
los bares
los grandes barcos
que parten hacia países
donde desde antaño
todo se llama como tú te llamas.

Todo se llamará
como te llamas
para que nos encontremos siempre
donde la libertad
no se pierde más nunca.

De no encontrarte
como te hallé hace tiempo
me moriré para descubrir
que los nombres del porvenir en retorno
sólo se llamarán como te llamas.


TRATADO DE LA MEZCLA DE LOS ALIENTOS
Cuando veo detrás de mis ojos
el giro de la humedad de tus labios
mis sentidos gritan
como pájaros fugitivos en la jaula.

Te sujeto entonces por las alas
de las rodillas – las rodeo
con mis manos como con lianas
florecidas en un fondo marino
para que no vueles. Para que no te vueles
de la red de arena
donde debe retenerte, mantenerte
el deseo. La necesidad
de que estés quieta pero devorada
por el mismo desasosiego mío
que no se sacia con el agua
de la sed de tu boca.
Ni siquiera con el aire de tempestad
de tus palabras
bebidas en la profundidad
de tu garganta cuando todavía
no alcanza a pronunciarlas.

No te tumbes de espalda
contra la puerta de la saciedad
que podría sumergirte en la llama
sagrada de la noche. La noche, la noche
regada como un olor sobre los órganos
renuentes a dormir. Disuelta
como el polvo blanquísimo de la sangre
cargada de metales preciosos
para que el corazón repique
las campanas de sus barcos – los guíe
sobre las marejadas que suben
desde tus muslos desnudos
hasta mis costillas mis clavículas
mis vértebras locamente
iluminadas por el faro de los malecones
del más largo deseo.

Para que no te vueles. Para que no te vueles
y desaparezcas otra vez por entre
las rendijas del alba concebida
por un hálito de cobertores violeta
o por entre las ramas y las hojas
de la intermitencia
de tu respiración en el instante
en que más debo retenerte
mantenerte cautiva por el cuello
y por los hombros hasta sentir
cómo palpitan en tus venas
los pensamientos y los recuerdos
que bajan de tu cabeza
para alumbrar los laberintos
¡Oh! Paredes con cortinas celestes –
de las desapariciones de antaño.

Cierro la salida de tus alas
construidas y vueltas a construir
por la paciencia angelical de la noche
(la noche la noche) por la sedosidad
endemoniada de la noche
que continúa juntándonos sin duda
para que sea yo quien desaparezca
- quien sucumbe sobre tu cuerpo
como un navío que naufraga
en la madera de los bosques
del origen – en las selvas de las pasiones
trashumante y con cara
de pequeños animales sonámbulos.

Mezclemos nuestros alientos ahora
para que el día se detenga
donde todavía no empieza
y el temblor de la inagotable fatiga
tome más significado
que los que caben en las palabras
con que tejen y entrecruzan
sus pálpitos y palpitaciones
el amor y la muerte para siempre
TOUT S’APPELLERA COMME TU T’APPELLES
Au cas de ne pas te trouver
comme je t’ai trouvé ça fait longtemps
je mourrai
en regardant  vers le passé
–en rebroussant  les chemins
qu'on a parcourus ensemble pour arriver
au jour des disparussions horribles.

Au cas de ne pas te trouver
encore une fois,
on me   verra
plongé  dans le lac
de la plus pure démence
(celle de ne pas pouvoir nommer
les choses sinon par ton nom)
Et les roses et la rosée
qui tombe sur la braise des insomnies,  elles seulement  s’appelleront comme tu t’appelles
et le chat des illusions perdues
et le vent des espoirs
qui volent,
ils seulement s’appelleront comme tu t’appelles.

Seulement s’appelleront comme tu t’appelles
les rues
les bars –les grands bateaux
qui partent vers des pays
où d’antan
tout s’appelle comme tu t’appelles
Tout s’appellera
comme tu t’appelles
pour que nous nous rencontrions toujours
où la liberté
ne se perd plus jamais

Au cas de ne pas te trouver
Comme je t’ai trouvé ça fait longtemps
je mourrai pour découvrir
que les noms de l’avenir qui retourne
seulement s’appelleront comme tu t’appelles


TRAITÉ SUR LA MÉLANGE DES HALEINES
Quand je vois derrière mes yeux
le tournement de l’humidité de tes lèvres
mes sens crient
comme des oiseaux fugitifs dans la cage

Je te prends alors par les ailes
des genoux –je les entoure
avec mes mains comme avec des lianes
fleuries dans le fond d’une mer
pour que tu ne voles pas. Pour que tu ne t’échappes pas du réseau de sable
où le désir doit te retenir, te maintenir.
La nécessité de que tu sois quiète mais dévorée
par la même frayeur à moi
qui ne se rassasie pas de l’eau
de la soif de ta bouche.
Même pas de l’air de tempête
de tes mots,
bus dans la profondeur
de ta gorge quand encore
elle n’arrive pas à les prononcer   


Ne te tombes pas sur le dos
contre la porte de la satiété
qui pourrait te submerger dans la flamme
sacrée de la nuit. La nuit, la nuit
éparpillée  comme une odeur sur les orgues
renâclées à  dormir. Dissoute
comme  la poussière  trop blanche du sang
chargé de métaux précieux
pour que le cœur sonne
les cloches de ses bateaux –les guide
sur les houles qui montent  
dès  tes cuisses nues
jusqu'à mes côtes, à mes clavicules,
à mes vertèbres follement
illuminées par le phare des quais
du plus long désir. 

Pour que tu ne t’échappes pas. Pour que tu ne t’échappes pas et que ne disparaisses encore une fois à travers les fentes de l’aube conçue
par un souffle de couvertures violettes
–ou entre les branches et les feuilles
de l’intermittence
de ta respiration au moment
auquel je dois te retenir,
te maintenir captive par le col
et les épaules jusqu’à sentir
comment palpitent tes veines
les pensées et les souvenirs
qui descendent de ta tête 
pour illuminer le labyrinthes
–Ô ! Murs avec rideaux  célestes –
des disparitions d’antan.

Je ferme la sortie de tes ailes
construites et reconstruites
par la patience angélique  de la nuit
(la nuit la nuit) par la douceur
infernale de la nuit
qui continue á nous joindre sans doute
pour que je sois ce qui disparait
-qui succombe sur ton corps
comme un navire qui fait naufrage
dans le bois des forêts
de l´origine –dans les jungles des passions
transhumantes et avec un visage
de petits animaux somnambules

Mélangeons maintenant nos haleines
pour que le jour s’arrête
où il ne commence pas encore
et le tremblement de l’inépuisable fatigue
prenne plus de significations
que ceux qui rentrent dans les mots
avec lesquels tricotent  et entrecroisent
ses palpites et palpitations
l’amour et la mort éternellement


martes, 1 de abril de 2014

La poesía siempre es otra cosa (3/3)

Por Hesnor Rivera



Sorprendentemente, la afirmación de Ortega sobre el yo y las circunstancias viene a concordar con una de las definiciones sobre la belleza que ofrece el Conde de Lautreamont –el montevideano Isidore Ducasse– en sus “Cantos de Maldoror”. Esa definición, entre varias, es la que sostiene que una determinada persona “era más bella que el encuentro fortuito entre un paraguas y una máquina de coser, en una mesa de disección”. Con ella se descubría y se enunciaba la larga participación del azar en el proceso que cambió la visión y la escritura de la poesía durante este siglo que termina.

Ese ordenamiento de de las circunstancias por el azar, tan ampliamente explotado por el Surrealismo –el azar es la gracia del mundo, decía Breton– y otras importantes corrientes literarias del siglo, tiene una interesante anécdota comentada por Jean Paul Sartre en su libro “¿Qué es la Literatura?”, y protagonizada por Pablo Picasso. Decía el genial pintor español que para él sería bello convertir una caja de fósforo en un murciélago, pero sin que la caja de fósforo dejara de ser tal, ni el murciélago dejara de ser murciélago. De ese modo, es evidente que para el artista no se trataba de crear un híbrido, sino de proyectar la autonomía del objeto y del animal hacia un desencadenamiento de circunstancias y visiones, igualmente autónomas.

Cuando me enfrento a esta sucesión de citas librescas, sí, pero tan apasionantes como las de los encuentros de dos amantes clandestinos; cuando reviso las marcas muy reales que han dejado en mi existencia, tengo que abandonar las tareas útiles y prácticas que esté llevando a cabo, para internarme en el inútil y demasiado escabroso y, por lo tanto, impráctico, camino de escribir un poema inspirado por el fascinante impulso de ayudarme a mí mismo y ayudar a los demás en el combate, sin trofeos ni botines, de vencer todos los obstáculos, incluido el de la muerte, mediante la más laboriosa, pero emocionada suma de instantes de belleza y libertad, que son una sola cosa, sin ser nunca lo mismo.

Por esa vía, por la inutilidad vital y sus feraces ocios, he llegado a otra de las marcas que me he infligido a mí mismo: la de sostener, sin ambages, que la poesía siempre es otra cosa. Vengo de afirmarlo en mi más reciente poema, titulado “Para ser más humanos”.

La poesía siempre
es otra cosa.

Es la ventana –por lo menos
lo fue hasta hace poco-
que se derrama desde el frente
de mi casa hasta el lago.
Y enseguida deja de ser
las diez mil torres petroleras
y el brillo de los peces
que dan saltos mortales
cuando el viento casi inmóvil
sale de la alcoba donde el sol
duerme aún junto al alba.

La poesía sigue de largo
porque ya la poesía es otra cosa.

Por eso la belleza
-la del provenir sobre todo-
será huella pasada. Será
eternamente pretérito
que se renueva libremente
sin pausas de este lado o del otro
de la superficie del tiempo
perdido entre las altas briznas
azules de sus propias lluvias.

La poesía baja ahora
de los árboles de oro
que alimentan las ruinas
y las humaredas muy vivas
del gran reino de antaño.
Pasa ahora por encima
de la transparencia del cielo
y se vuelve para alborotar
de nuevo con sus manos de duende
la cabellera de acertijos
de los milagros y la magia.

Vuela y entra de inmediato
por la misma ventana
que cae de espaldas.
La poesía deja de ser la casa
para ser la casa por eso.

Y desaparece y cobra
sin moverse la velocidad
perfumada del fuego
que destruye sus propias formas.
Y se bebe y sopla las palabras
previas al comienzo
de los resplandores inútiles.

La poesía siempre
es otra cosa.

Y es ordenada a cada paso
sin ton ni son por el azar
más íntimo y por tanto certero
-o por las circunstancias comunes
para que las imágenes
sean a todas horas libres
-sean en cualquier parte
la oscuridad y la duda
que nos apasionan hasta el vértigo
y nos hacen por pálpitos o a ciegas
cada vez más humanos.

La poesía es un interminable periplo que no obedece a dogmas, ni acepta reglas o normas, ni principios inconmovibles, ni preceptos, nada que le impida moverse constantemente en una atmósfera que la distancia y la exime de clasificaciones, de los análisis racionalistas, de los acomodos del sentido común y, por consiguiente, del facilismo y los provechos ordinarios de la rutina. Si mucha gente tiene que descartar voluminosas zonas de experiencia, para no enloquecer, para no perder tiempo, por pragmatismo y objetividad, la poesía y los poetas no lo hacen. Para ellas y ellos, cada paso, así se haya repetido mil veces, siempre será el comienzo de una desconcertante y saludable aventura, sin obligaciones, sin objetivos, pero tratando de no perder nunca de vista esos instantes de belleza y libertad que serán el escudo y el arma para enfrentar todos los enigmas y el gran misterio de nuestra permanencia en la tierra.

Desde la más remota antigüedad, la poesía lucha abierta o subrepticiamente, por preservar la vida de la raza humana en el planeta, no sólo mediante la obediencia al precepto bíblico del “creced y multiplicaos”, sino además estimulando y enalteciendo los signos que mejor denotan la presencia de la vida, como es el del amor revestido de las características que le han dado el hombre y la mujer, uniendo al ímpetu instintivo esa hermosa carta de permanencia, del real eternización, que es la ternura; es necesidad de ser necesitado dentro del enorme círculo, abierto e infinito, de los afectos humanos.

A la particularidad del amor en los seres humanos, éstos han juntado ese patrimonio específico que es el de la palabra, camino expedito para la expresión de sentimientos tan vitales –sutiles, pero impactantes– como el de la libertad y la belleza, capaces de hacer retroceder y hasta “vencer de algún modo a la muerte”, según afirmaba el crítico francés Charles Maurón, al referirse a la pasión poética de Stephan Mallarmé.

La fuerza encantatoria de las palabras, debió advertirla el hombre desde sus épocas más primitivas, hilvanando sus sonidos a manera de oraciones fervientes o vehementes, válidas para disuadir la violencia de la naturaleza virgen y poner a esta última al servicio de la subsistencia humana.

Entre los hitos del recorrido –la vida, amor humano, palabras, libertad–belleza versus muerte–, la poesía no puede detenerse, someterse al ritmo del tiempo que nos destruye ni al cautiverio degradante del espacio que nos circunda. La poesía siempre es otra cosa que no admite fórmulas invariables de comprensión o entendimiento, sino una más franca entrega emocional que siga sus movimientos fluidos, y un acompasamiento apasionado, en un acto mágico, siempre diferente, que permita ir a cada instante, entonando pórticos y ventanas por donde penetrar a una visión del mundo que si no es total, se aproxima más que cualquier otro sendero para lograrlo.

A este respecto, los lectores de poesía se quejan amargamente sobre la creciente incomprensibilidad de los textos poéticos, en éste y otros siglos. En realidad, no es fácil comprender el hecho de que algo que se de pronto, deje de verse enseguida y reaparezca sorpresivamente siendo otra cosa dentro del mismo ámbito que edifica (caso Neruda-Barnola).

De este extenso recorrido, desde las otras voces y los otros ámbitos de Truman Capote; desde el yo soy yo y mis circunstancias de Ortega y Gasset, y mi visión de la poesía, como fenómeno de transitoriedad eterna y transfiguración perpetua, queda alguna experiencia de humanización, como la que viví en Chile durante mis veinte años de edad, cuando las calles de Santiago pugnaban por devorarme, a fuerza de hambre, de soledad, de dispersiones grotescas en un mundo de fieras, y el regocijo con que cierto día descubrí que me quedaban fuerzas y disposición para el reencuentro con la realidad casi mística de la inocencia y las afabilidades feéricas de las existencias jóvenes.

De eso se están cumpliendo muchos años, pero como señalé al comienzo “el arte es largo y además no importa”, según el verso magistral de Antonio Machado.



Maracaibo, 1 de marzo de 1999.